Euskadi, una forma diferente de conocer España

Este puente lo hemos pasado en el País Vasco, concretamente en San Sebastián y en Bilbao. La verdad es que hemos aprovechado muy bien el tiempo y hemos podido conocer un poquito más España.

El sábado estuvimos en San Sebastián. Lo primero que hicimos fue visitar el Museo de San Telmo, el más importante de la ciudad. Aparte de la exposición temporal que había sobre la lluvia, el museo estaba repleto de pinturas, esculturas, y objetos que representaban las tradiciones vascas. Gracias a eso, pudimos conocer algo de historia sobre el País Vasco y también algo sobre la cultura. Más tarde, subimos al Monte Urgull y tanto al subir como al bajar pudimos observar la ciudad desde lo alto. Tiene unas vistas preciosas y mereció la pena el tener que estar andando casi una hora para llegar hasta lo alto. Por la tarde, dimos un paseo por la playa de La Concha y llegamos hasta el otro extremo, donde vimos el Peine de los Vientos. Ahí nos entretuvimos bastante ya que las olas rompían fuertemente y la sensación de sentirlo tan cerca era increíble. En esa misma parte de la ciudad había un funicular, el cual nos llevaba al Torreón de Igeldo. Desde allí también pudimos observar San Sebastián desde lo alto, incluyendo la Isla de Santa Clara y toda la bahía. Aparte de las vistas de la ciudad, se podía apreciar el inmenso mar y el horizonte. Para terminar el día, no quisimos perder la oportunidad de probar los pintxos. Es una forma muy característica que tienen los vascos de tomarse el aperitivo o, incluso, de com

er. Lo que más me gustó de esta experiencia fue que en los bares casi no había turistas, sino gente autóctona cuya tradición era la de tomar el aperitivo, comer o cenar de esa manera.

Como San Sebastián no es muy grande, al día siguiente terminamos de ver lo poco que nos quedaba por visitar. Estuvimos en una pequeña playa llena de surferos viendo cómo practicaban deporte, vimos una iglesia y caminamos tranquilamente por las calles de la ciudad. Después de comer, cogimos un autobús que nos llevó a Bilbao. Como cuando llegamos ya había oscurecido, paseamos por las calles alrededor del hostal y cenamos pronto para descansar.

A la mañana siguiente caminamos por el centro de la ciudad y bajamos paralelamente al río hasta llegar al Museo Guggenheim. Fue una lástima ya que no pudimos entrar, estaba cerrado. Sin embargo, estuvimos por los alrededores y nos hicimos fotos con Puppy, un perro hecho de flores y el monumento más representativo de Bilbao junto con el propio museo. Debe de ser tradición los funiculares en el País Vasco (o al menos en las dos ciudades en las que hemos estado) puesto que en Bilbao también lo cogimos para subir a una parte desde la cual se veía toda la ciudad de Bilbao, desde las afueras hasta el Casco Viejo, al igual que en Donostia. Y para terminar nuestra estancia en Euskadi, no podían faltar, de nuevo, los pintxos, así que el último bocado que hemos probado allí ha sido delicioso.

Si tenéis la oportunidad de viajar al País Vasco, os recomiendo encarecidamente que lo hagáis, merece la pena, y mucho, el conocer unos paisajes y una cultura completamente diferente a todo lo que ya conocéis de España.

Sonia Cercadillo, mentora de Alcalá, 2012-2013

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