Mi viaje a Marruecos (Stephanie Parkinson)
Ayer fui al sitio más hermoso que he visto en mi vida—Asila, Marruecos, con mi amiga del programa y dos de sus amigas de su universidad. Fuimos a la medina de la ciudad desde Tánger. Cuando llegamos, subimos andando una colina hacia la medina, que estaba rodeada por una fortaleza que parecía un castillo. La fortaleza desde fuera era blanca pero dentro, la medina estaba hecha de piedra dorada. La mayoría de los edificios eran blancos, mientras muchas puertas y algunas casas tenían distintas sombras de azul. Asila me recuerda a un sueño porque es muy diferente de cualquier otro sitio en que he estado, y había un ambiente tranquilo, que se quedaba bien con las colores más presentes de la medina. Los caminos serpenteantes y estrechos hacían laberíntica la medina, pero estaba contenta por estar “perdida” y vagar por una ciudad tan increíble. Ha hecho muy bueno este fin de la semana en Marruecos y en Asila el tiempo era perfecto y mi favorito—soleado y más de veintitrés grados.
Dimos una vuelta por la playa y en un momento nos sentábamos en la arena. Cuando vi las olas del agua de distintas sombras de azul, y la medina en la distancia, me di cuenta del hecho que Asila es una joya. Lo que me llamó más la atención de mi tarde en Asila fue el arte de la calle por todas partes. Había muchos tipos de arte en las paredes de la ciudad, como abstractos y más tradicionales. Me pregunto quiénes son los artistas que han pintado Asila. Me hubiera gustado tener fotos—desafortunadamente perdí mi cámara, pero mis recuerdos de Asila son fuertes.
Llegamos a Tánger el viernes por la tarde. Estaba muy emocionada por ir al Norte de África, porque he aprendido mucho de Al-Andalus y las relaciones entre los españoles, franceses, y africanos, y las relaciones entre el judaísmo, el cristianismo, y el Islam. También tenía muchas ganas de ver los espectáculos, comer un montón, ir a la playa, y vagar por la ciudad. Nos recogió del aeropuerto el conductor de la dueña de nuestro alojamiento. Con él vimos una vista increíble de Gibraltar y Cádiz desde un balcón durante nuestros primeros minutos en Tánger. Me maravilló lo cercana que está España de África—siempre lo he sabido, pero verlo en realidad es muy diferente. Vimos desde fuera unos palacios de la realeza marroquí para añadirse a la ruta panorámica de nuestra introducción a Tánger. Durante el viernes y el sábado anduvimos por la medina y la nueva ciudad, fuimos a unos mercados, vimos unas mezquitas desde fuera, y vimos otros espectáculos. Vimos un Teatro Cervantes abandonado, que me gustó por mi clase en Monte Esquinza de literatura; no sabía que había uno en Tánger! Otra parte memorable era ir a La Cueva de Hércules, donde bebimos el famoso té de Marruecos y disfrutamos sentándonos al sol y mirando al paisaje de la costa. Me ha encantado Marruecos y espero que pueda regresar con mi familia, u otros seres queridos en el futuro.
Stephanie Parkinson, Smith College in Madrid, Spring 2013.
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