¡Participar en el proyecto de Skidmore está siendo una gran idea!(eso me digo según van pasando los días).

Aunque no es la primera vez que convivo con estudiantes de otros países (Erasmus de Italia,de Bélgica y estudiantes de posgrado de Francia y Portugal) sí es la primera vez que lo hago con una estudiante norteamericana y con el respaldo del equipo de la universidad.

Los días previos al recibimiento de Alex los viví con cierto nerviosismo… A todo mi entorno le hablaba de ella, de sus gustos, de mis impresiones. Limpié y ordené su cuarto y lo decoré con flores, que siempre están presentes en mi casa (es lo bueno que tiene trabajar en una floristería).

Y… ¡llegó Alex con su eterna sonrisa!
A pesar de que acudí tarde a la cita del hotel (glupsss, tuve que llevar un ramo) ella estaba esperándome con un abrazo, una sonrisa y un kit de maravillosos regalos para mí y para Bruna, mi inseparable mascota, qué digo, ¡mi adosado de cuatro patas! Jajaja.

Por la mañana de ese mismo día pude desayunar con Andrea, la madre de Alex. Fue una gran idea poder cambiar impresiones sobre su hija, descubrir que Andrea es encantadora y sentir que durante estos cuatro meses de convivencia me “cedía” su cuidado.

En casa nos esperaba Bruna, olisqueó a Alex, le rechupeteó la cara y desde ese momento… ¡Tan amigas! Son inseparables: en el sofá, en la cama, allá donde vaya Álex, ¡la pequeña teckel va tras ella!
Beatriz González Mañero, familia anfitriona, primavera 2015.