Senderismo por Buitrago de Lozoya (por María Santos)
Doce en punto de la mañana. Nuestras caras somnolientas se reencuentran en Plaza Castilla para coger el autobús. Calzados con deportivas, pantalones cómodos y muchas ganas de disfrutar de un día de senderismo juntos, nos ponemos en marcha hacia Buitrago de Lozoya.
Son 74 los kilómetros que nos separan de la capital cuando bajamos del autobús, cuando el aire de la sierra inunda nuestros pulmones y cuando petirrojos y mirlos corean nuestra llegada. Envueltos en uno de los paisajes más espectaculares de la Comunidad de Madrid echamos a andar rumbo a lo desconocido, con ganas de aventuras y de vernos perdidos entre hayas, encinas y pinos. Y así pasan las horas entre risas, zarzas cargadas de moras silvestres, vacas en el camino, reencuentros con antiguos mentores… Horas en las que el río Lozoya nos escolta a lo largo de un idílico paseo a través de una naturaleza silvestre y hechizante. La orilla de un embalse parece el lugar perfecto para descansar y recuperar fuerzas con unos buenos bocadillos. En la superficie de estas aguas estancadas hacemos a las piedras imitar los saltitos de una rana y nos reímos viendo como las lanzadas por manos más inexpertas vuelan como pájaros peligrosamente cerca de nuestras cabezas.
Reencontrando nuestras propias huellas llegamos de vuelta a la parada del autobús donde, agotados y satisfechos, nos despedimos con un “hasta pronto” de la sierra de madrileña.
María Santos, mentora de Alcalá, primavera 2015
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