Fin de semana de intercambios: visita histórica por Alcalá

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JUAN CANO – El pasado sábado 23 de enero nos dirigimos a Alcalá de Henares para recorrer sus calles y edificios más significativos, pero todo el mundo sabía que íbamos, también, a comer muchas tapas.
Empezamos la visita, como cada año, en la Plaza Cervantes, para dividirnos en grupos e intercalar diferentes escenarios a la vez que nos situábamos en distintas épocas. Fue un corto recorrido en cuánto a kilómetros pero un largo viaje a través del tiempo. Gracias a los distintos guías íbamos disfrutando poco a poco de los grandes rincones de Alcalá. Más de uno dijo, “¿No os gustaría haber estado aquí en la Edad Media y moveros por estas calles a caballo?”. La verdad que la ciudad invita a ello.
Haciendo la típica parada para la foto en el patio de cigüeñas y conociendo más sobre la historia de Alcalá y su río Henares, nos tocó el momento top de la visita. EL BICIBUS. Recorrimos la calle Mayor de Alcalá de Henares, donde se halla la casa de Miguel de Cervantes. La discreción no es nuestro lema y ese día se hizo notar: al ritmo de grandes temas musicales, pedaleamos, al mismo tiempo que la mezcla del sonido de una bocina y una campana penetraba en el oído.
Nos reunimos dos grupos, nuevamente, en la Plaza de Cervantes para ir hacia la Universidad, no sin antes probar las almendras garrapiñadas.

-Ave María Purísima.

-Sin pecado concebido.

-Seis cajas, por favor.

Son las únicas palabras que intercambias con las monjas de clausura para pedir las almendras. El método de compra, cada año, fascina más a los estudiantes.

Juan Cano, mentor

Juan Cano, mentor

Una vez nos habíamos “endulzado el pico” entramos a la Universidad. Recorrimos el patio, la tumba del Cardenal Cisneros y la mejor sala, en mi opinión, de todas, el Paraninfo. La Puerta de la Gloria, situada enfrente de la Puerta de los Burros, nos recuerda la delgada línea divisoria entre el éxito y el fracaso, con las consecuencias que ambos estados conllevan. En el Paraninfo, donde actualmente entregan el premio Cervantes, fuimos conscientes de la gran dificultad que suponía aprobar el examen de doctorado y la presión existente.
Terminamos la visita, como de costumbre, poniéndonos hasta arriba de tapas. Comida, café, risas y vuelta a casa durmiendo en el tren. ¡Hasta la próxima!

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