Tarde de merienda y cine
A pesar de que muchos de nosotros estábamos pensando en que la tarde del viernes iba a ser una tarde tranquila paseando en bicicleta a la orilla del río, el invierno madrileño ha decidido este año quedarse con nosotros más tiempo. Se nos avecinaba un fin de semana pasado por agua, así como la amenaza de quedarse en casa evitando un resfriado. Pero Madrid es una gran ciudad que nos ofrece una oferta de ocio inigualable, también para los días de lluvia, aunque no estemos tan acostumbrados, por lo que ideamos un segundo plan que se adecuaba mejor a la temperatura reinante: una merienda tranquila en el centro de Madrid y una gran película, de esas premiadas con Oscars, en el cine.
Si adoro este tipo de planes es porque creo que es la mejor manera de estrechar aún más los lazos que ya de por sí nos unen. Un ambiente distendido y tranquilo, en el cual puedes conocer mejor que nunca a la persona que tienes enfrente, y descubrir cosas de ella que nunca te hubieras imaginado. Una pequeña merienda entre risas y miradas atentas que nos recuerdan lo bella que puede ser la vida. Y todo ello con la inestimable ayuda de una comida deliciosa que llenó muchos estómagos.
Y para completar la tarde, todos sentados en nuestras cómodas butacas viendo una película de esas que crean escuela, una historia de amor poco convencional (espero que deje fuera spoilers) en medio de una representación de la sociedad norteamericana de los años 60 que nos dejó a todos sin palabras. Una tarde de esas que te recuerdan que la lluvia puede ser una oportunidad para un plan que no habías pensado.
David Cisneros, mentor
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